Maldición

Maldición
HORROR

martes, 26 de junio de 2012

034     Esa noche, Sor María golpeo con fuerza las puertas de la casa de Obispo en la centro de la gran ciudad. El Obispo la recibió a la ofuscada monja y la llevo a un despacho de urgencia que tenía para estos casos.
   Ella ni bien el se sentó, comenzó a hablar:
—Santidad, debemos pedir ayuda, el cura de ese pueblo está poseído de verdad. ¡Yo lo comprobé con mis propios ojos!
El Obispo trató que la monja se serene diciéndole:
—Tranquilícese Sor María, explíqueme lo que ha pasado con el cura Silvio.
    Ella le relató:
—Don Silvio comenzó con mis instrucciones de arrepentimiento contra sus pecados y todo parecía marchar bien hasta hoy. Pero esta noche actuó de forma muy distinta...Se trastorno, tiró mis cosas a la calle y me echo de su casa.
    El Obispo opinó:
—Eso no hace que esté poseído.
—Eso no. Pero yo lo seguí cuando él se encerró y  lo espié; por notarlo actuar muy raro. Vi entonces como se transformó en está mujer. Le creció el cabello y su cara cambio. Se transformo en la mujer de este cartel que me lo proporciono la policía porque tiene algo que ver con unas muertes.

   El Obispo le dijo:
— ¿No será que nuestro cura es un travestí y se colocó una peluca. Y usted interpretó mal?
— No. Yo he visto cuando se quitó la sotana, ¡unas tetas así de grandes!— La monja gesticulo.

El obispo le dijo:
—Puede ser efecto de que se hormona o de la comida que comemos que hay muchas mastitis. Yo mismo le confieso que tengo unas buenas tetillas.
Sor María se alteraba en su exposición:
— ¡Pero luego trato de matarme!  Y con una sola mano me elevo a medio metro del suelo mientras blasfemaba contra la iglesia... Mire en mi cuello que tengo las marcas.
   El Obispo miró los magullones y luego le dijo:
—El propio Silvio no sabía lo que le pasaba. Por lo que creó que usted tiene razón. Está poseído.  Por lo que haré una llamada a la  Santa Cede y plantearé que nos envíen un sacerdote exorcista. Es la única solución.
    Sor María se calmó.

   El esa misma noche, Silvia caminaba bajo la luna llena al costado de la ruta del pueblo. A poco un coche con jóvenes se le puso al lado y desde la ventanilla recibía  una invitación:
—Hola guapa. ¿Quieres venir de juerga con nosotros? Nos vamos de marcha a la feria y tenemos un lugar.¿Qué dices?
   Silvia los miró y sus ojos brillaron en la noche. Ya tenía comida.
Se subió dentro y les preguntó:
—Me alegro de conocerlos.¿Como se llaman ustedes? Yo soy Silvia.

  El que conducía le dijo:
—Yo soy Arturo. Y la pareja de amigos que me acompañan son; Luís y Mila. Y hoy vamos a divertirnos. No te preocupes por nada que le saque la tarjeta de crédito a mi padre;  y lo tenemos todo pago.
—¡Viva...!—grito el trío al unísono festejando la gracia.
   Desde lejos se veía la noria girando multicolor junto a el brillo de la luna. Arturo le hablaba:
—Hoy estamos de suerte , nos divertiremos los cuatro. Tenemos todo lo necesario y de todo lo que desearías, está en el portaequipaje pero eso para más tarde.
   Silvia le respondió:
—¿Como que cosas?
—Bebidas, alcohol, porros y más cosillas. Pero ahora no porque hay que conducir y hay que ser responsable.
La joven de atrás le replicó:
—No le hagas caso... Estos quieren ver que no haya controles en la carretera, sino ya estarían como cubas.
   El joven que la acompañaba le dijo:
—Y eso es responsabilidad. Pon más alto la música que se escucha.
   La música retumbo en la cabina del coche y todos bailaban en sus asientos. Silvia también.
   Aparcaron en la inmediaciones de la feria y entraron a recorrer atracciones entre toda la multitud. 
   Las luces y música llenaba todos los rincones.
  Al llegar al Túnel del Horror todos querían entrar a ver los monstruos que allí abrían. No sabían ,que uno de ellos los acompañaban.
  Sacaron ticket y pasaron los cuatro al recinto y tras caminar por los laberintos se encendían luces de golpe, sonaban gritos y gruñidos. Ellos se reían y se asuntaban a la vez. 
   Silvia se hacía protegerse tras Arturo, que se sintió muy hombre.

    Mila al notar la relación, tomó la mano de Luís y se lo llevó por otro camino para tener su propia fiesta.
  Así se quedaron solos en la penumbra del túnel y Silvia le tomó la cara a Arturo y le dijo:
—Nos dejaron solos tus amigos. Será porque se han ido a besarse, y en verdad que esto pone a una a mil. 
Arturo le dijo:
—Que suerte tengo. Porque tú estas como para hacer locuras aquí mismo.
Silvia le alentó:
—Hagámoslo. Yo no uso bragas. 
   Arturo no esperó mas y la beso con fuerza. Ambos estaban enredados en las sombras pero las luces se prendían y se apagaban en forma alterna. Y así Arturo no se dio cuenta que le robaban la vida hasta espirar.
   Luís escucho entonces un grito de auxilio de Silvia y soltó a Mila para volver por los laberintos del túnel. Y llegó hasta Silvia que estaba sola.
  El le preguntó:
—¿Que pasa chavala?
—Me perdí. No se donde se metió Arturo.
   Luís le quiso calmar ,y enseguida cayó bajo el sortilegio de los ojos de Silvia que lo miraba hipnotizándolo.
—No te preocupes. Seguro que está en la entrada. —dijo Luís, pero de repente vio al que estaba en un ataúd y se comenzó a reír.— Ja, ja,ja que bueno que está ese monstruo está parecido a Arturo. Tal vez se fue para que no lo carguemos.
   Silvia se puso delante de él y trató de centrar su atención:
—Si yo subí a coche fue porque me hablaste. Y no me interesa Arturo, eres a ti el que quiero comerme .Tú me atraes y yo ¿te gusto?
Luís se perdió en un instante:
— Yo por ti me muero. 
   Y ella se le tiró encima. Ambos terminaron en el suelo en ataque de lujuria que hizo de Luís un muñeco más. Y ella extrajo de él toda su vida.
   Mila al verlos tumbados se dio cuenta que su Luís ya era un espantapájaros por algo que la extraña le hizo. Y se horrorizó de verdad , así que huyó por los pasillos de la atracción. Silvia la perseguía como un viento rápido que se desplazaba hasta por las paredes del recinto. 
Luisa perdida de la salida no pudo evitar que la extraña se parara ante ella cortándole el paso. 
   Mila le  dijo:
—¿Que eres tú?
Silvia le dijo:
—Soy el amor de la vida. Hago sentir a los que me aman la eternidad, les hago sentir sensaciones intensas y ya no están solos. Siempre estarán conmigo. Tú también estarás conmigo. Te gustará.
   Los ojos de Silvia parecían con luz propia y Mila se sentía como un gato en la ruta, que aún viendo los faros del coche que lo viene a arroyar no puede hacer nada y se queda paralizado. Y Silvia la beso.
   Mila se consumió entre sus brazos.

Continuará...

   

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