Maldición

Maldición
HORROR

jueves, 18 de octubre de 2012

049     El las habitaciones de arriba, el cura Miguel, andaba dando bendiciones para limpiar del mal la zona. Mientras, el comisario Hernández buscaba por los rincones se le cuelen los espectros.
   Y abriendo la puerta del ropero no pudo detener a un zombi que salió corriendo directo a Miguel. El horror brillo en los ojos del cura.
   Los dientes afilados atravesaron las ropas y las carnes de Miguel que dio un grito de dolor. Se creyó entonces un bocadillo, una pata de pollo o una costilla de ternera. ¡Dios Mío!
   El comisario entró en acción y con fuerza de la cabeza del zombi estiró, mientras le propinaba una patada baja a la pantorrilla del zombi que lo desestabilizó e hizo soltar al cura.
   Se libero Miguel de las fauces de aquel zombi sobreviniéndole al instante gran dolor e impresión al ver su brazo sangrar.
   El zombi cayó de espaldas contra el suelo. Y Hernández no le perdonó. Metió el cañón de su pistola en su boca y le descerrajo con agua hasta que sus cachetes se les infló.
   Como si no le parase de bombear agua, el zombi, se fue hinchando más y más.
   Hernández fue con el herido Miguel para sacarlo rápido de la habitación.
   Apenas salieron un reventón aguoso se escuchaba y lo salpicaba todo detrás de ellos. Se esparció por todos lados tripas ,ojos y mil partes convertidas en pringadas gelatinas.
   Hernández ayudo al cura Miguel a bajar las escaleras. Pero al pie de la escalera otro zombi apareció.
   El monje Lo que venía del sótano también lo vio. Y sin esperar un segundo corriendo hacia él se lanzó. Cuando estuvo a su alcance dio un salto con una patada voladora.
   La cara del zombi recibió un impacto directo que la cabeza se la torció.
   Pero esto no fue suficiente. El zombi barbudo se dio vuelta y cogió al monje a su aterrizaje desde atrás.
   El monje Lo tampoco se dejó sorprender. Y con una patada trasera lo levanto de unos centímetros del suelo con la fuerte cos.
  Gabriela corría para prestar cobertura a su maestro.
   El monje inmediatamente con una técnica de giros logró hacer una llave que inmovilizó al zombi  que gruñía de furia. Gabriela aprovecho para meterle un chorro de agua bendita en su boca y luego le pegó un papel rojo con la caligrafía especial en la frente.
    El comisario y el exorcista ya iban para la salida. Y el monje empujo al zombi que cayó de plano al suelo y ya empezaba el proceso de hinchazón.
   El monje advirtió:
—¡Correr rápido!
    El monje advirtió:
—¡Correr rápido!
   Y todos salieron del gran caserón.
   Y adentro se volvía a producir la explosión que en realidad era un reventón.
   Continuará.

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